El señor Hert se detuvo ante el escaparate de la tetería Gardenia. Recordó la tarde en la que concertó la primera cita de su vida con la delicada señorita Hibis cincuenta y cinco años antes. Ella nunca acudió. Al otro lado de la ciudad, la señora Hibis se detuvo ante la puerta de la tetería Carvenia. Recordó que el joven Hert no se presentó a una cita tan anhelada. Llovía primaveralmente y a la vez sobre los cuerpos menudos de los dos.